miércoles, 20 de diciembre de 2017

Opinión publicada en el Diario de Navarra (La falacia de la presión fiscal)

Para quienes me siguen (me da la impresión de que nadie, pero yo insistiré), saben que ya me he pronunciado sobre este tema, de palabra y por escrito. Pero ciertas ocasiones merecen sus propias aclaraciones y vías de transmisión. Así que volví a opinar sobre el término y cálculo de la "presión fiscal" (medida en porcentaje de recaudación sobre el PIB), en un breve artículo publicado este domingo (18 de diciembre de 2017) en el DIARIO DE NAVARRA.

Lo transcribo, y también lo "enlazo" a través del logo de dicho periódico.
La falacia de la “presión fiscal”
El pasado día 12 tuve el placer de asistir a la entrega de Premios de la Cámara Navarra, apoyando especialmente a unos de los empresarios premiados. Éste era el fin del acto, y lo importante sin duda para el impulso económico y social de Navarra.
Pero como suele suceder con los discursos institucionales, se aprovechó para sacar a la palestra la controvertida reforma fiscal en curso. Ante las críticas del Presidente de la Cámara, el Vicepresidente del Gobierno de Navarra, hizo gala de su gran habilidad dialéctica en una espontánea contestación, añadida al discurso oficial. Y entre otras cosas afirmó que “si comparamos la presión fiscal de las regiones europeas más avanzadas con la de Navarra observamos que aquí se está entre siete y ocho puntos por debajo en términos de porcentaje sobre el PIB”. Lo que constituye una falacia, e decir, un engaño con apariencia de verdad.
Porque es cierto que “nuestra presión fiscal” (porcentaje de ingresos “fiscales” sobre el PIB) es relativamente menor que en otros países próximos. Pero no es cierto que ello signifique que nuestros impuestos sean relativamente bajos.
Siendo la “presión fiscal” (sobre el PIB) de Navarra –o española– significativamente menor que la de algunos países europeos como Francia, Dinamarca o Bélgica (y no solo 7 u 8 puntos, sino hasta 12 puntos menor). Al mismo tiempo es solo un punto inferior a la del Reino Unido, y 6 puntos superior a la de Suiza (que no son de la UE pero también podrían ser modelos a seguir). Y es sensiblemente superiora a la de otros países desarrollados: Estados Unidos, Canadá o Japón, por poner referencias de países que también podrían ser referentes. Así que la selección de las referencias no apunta solo a un modelo de sociedad desarrollada, sino a un concreto modelo de Estado. Lo cual es totalmente lícito, pero con viene saberse y decirse abiertamente.
La clave está en el contenido y significado del término “presión fiscal”. Cuya comprensión requiere desgranar sus componentes –del PIB y de la recaudación–. Y en consecuencia se podría concluir el “por qué” de esa cifra. Pues las comparaciones son odiosas y peligrosas, por inducir a confusiones, voluntarias o no. Como no podemos profundizar en ello, nos conformaremos con una sencilla aproximación lógica.
Empecemos destacando que lo que más pesa en la recaudación es la tributación directa de las personas físicas, que a estos efectos incluye las cotizaciones sociales. Y es evidente que esos países con presiones fiscales superiores, tienen tasas de paro significativamente inferiores (excepto Grecia, que no parece un modelo a seguir). Pero, además, resulta que esos países de mayor presión fiscal son sensiblemente más ricos (con PIB per capita desde un 50% superior, exceptuando Italia –que es mayor pero no tanto– y Grecia –que es inferior–). Esta es una de las razones principales por las que esos países recaudan más respecto de su PIB, porque más parte de su población contribuye con impuestos sobre la Renta y Cotizaciones sociales. Y porque su nivel medio de renta es superior, lo que es magnificado en la recaudación por la progresividad de los impuestos y la proporcionalidad de las cotizaciones. No es que tengan los impuestos más altos, a igualdad de renta. Los tienen Francia, Suecia y Dinamarca, pero con diferenciales inferiores a las que refleja el dato de la presión fiscal.
Lo segundo que distorsiona la comparación es el consumo que, como es el componente que más pesa en el PIB, pequeñas diferencias de recaudación por consumo inciden más que proporcionalmente en el resultado. Aunque España –y Navarra– se ha igualado a la mayoría de los países europeos en tipos de IVA, todavía es un poco inferior a la media y, sobre todo, la capacidad de consumo de los países “de referencia” es mayor por su nivel de rentas. Luego, es lógico que sus recaudaciones sean también relativamente mayores, y que España sea el tercer país que menos IVA recauda sobre PIB de la UE.
Finalmente, hay que recordar que el PIB español ha crecido los últimos años especialmente por las exportaciones. Lo que aumenta el PIB en mayor proporción que la recaudación tributaria, al menos a medio plazo, porque el beneficio que genera tributa en el extranjero. Así ha sucedido también de manera significativa en Navarra, y en la entrega de premios de su Cámara de Comercio lo celebrábamos, como debe ser. Pero eso implica más distanciamiento entre PIB y la recaudación, al menos transitoriamente, no por minorar la recaudación sino por aumentar el PIB.
En definitiva, cuando se observa en otros un mayor dato de “presión fiscal”, hay que tener cuidado con las razones y sus consecuencias. Para eludir dar a entender, falazmente, que nuestros impuestos son relativamente bajos, para defender su mantenimiento o incluso incremento. Al contrario, nuestros impuestos son altos para nuestra capacidad de contribución, por la baja ocupación laboral y un nivel de rentas relativamente inferior (y consecuente capacidad de contribución y consumo). Mientras debeos ser pacientes con los frutos de la internacionalización, que revierte en riqueza antes que en recaudación interna.
Por eso fue acertada la conclusión del Presidente de la Cámara, Javier Taberna: fomentar la creación de empleo y riqueza. Con ello, vendrá la recaudación. Pero, como decía Churchill, “una nación que intente prosperar a base de impuestos es como un hombre con los pies en un cubo tratando de levantarse estirando del asa”.
Javier Sáenz de Olazagoitia Díaz de Cerio



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